La alergia es una reacción excesiva del sistema inmunitario frente a uno o varios alergenos, y se traduce en diversos síntomas: nariz tapada, párpados hinchados, lagrimeo, dificultad para respirar, erupción cutánea, picores… Identificar estos signos alérgicos lo antes posible y adaptar la vida cotidiana es esencial para preservar nuestro bienestar.
¿Cómo se desencadena un proceso alérgico?
El mecanismo de defensa de la alergia se desencadena en dos fases: la sensibilización y la reacción:
- La sensibilización tiene lugar cuando el alergeno entra en contacto con el organismo por primera vez. En este momento, nos «sensibilizamos» a él. Esquemáticamente, el cuerpo activa unos glóbulos blancos (llamados linfocitos Th2) que, a su vez, activan a los linfocitos B. Los linfocitos B liberan anticuerpos, las inmunoglobulinas E (o IgE), que se fijan a ciertas células inmunitarias (mastocitos llamados «sensibilizados») situados en la piel y las mucosas.
- En fase de reacción o fase de desencadenamiento, se encuentran el alergeno y el sistema inmunitario por segunda vez. En esta segunda exposición, los mastocitos liberan sustancias (histamina y moléculas inflamatorias), que provocan la mayoría de las manifestaciones alérgicas. De ahí que los medicamentos que se utilizan para paliar los síntomas alérgicos se llamen ANTIHISTAMÍNICOS.
Síntomas y signos de la alergia
La alergia puede manifestarse de muchas maneras y a todas las edades de la vida, aunque el periodo de la infancia y la adolescencia es donde más se aprecian los síntomas de rinitis, asma alérgica, eccemas, conjuntivitis …
La rinitis alérgica estacional se desarrolla generalmente en periodo preescolar y escolar durante los primeros 20 años de vida. El asma alérgica, por su parte, afecta especialmente a los niños, pero persiste en muchos adultos sensibles.
Identificar una alergia desde los primeros síntomas permite enfrentarse mejor a ella y evitar un empeoramiento de los síntomas en caso de ausencia de tratamiento:
- Las alergias respiratorias están provocadas por contacto con un alergeno presente en el entorno exterior (polen, gramíneas...) o interior (pelos de animales, mohos…). Estas alergias se traducen generalmente por una rinitis alérgica (inflamación de las vías aéreas superiores) que provoca nariz tapada, ojos llorosos, dificultad para respirar, pérdida del olfato o picores en la nariz y el paladar. Para muchos alérgicos, la primavera es la estación del año más difícil. Aparece la rinitis alérgica estacional, que depende directamente del polen de los árboles y las plantas.
- Las alergias cutáneas corresponden a una reacción de la piel al entorno exterior. Pelos de animales, plantas, picaduras de insecto, ingesta de un alimento específico, contacto con ácaros. Puede manifestarse con picores, rojeces e hinchazón. Dermatitis atópica, eccema o urticaria son algunas de las manifestaciones más corrientes.
- Las alergias alimentarias son reacciones anormales de defensa del organismo a la ingesta de un alimento específico. Comezón en los labios, picores, erupciones cutáneas: los síntomas a menudo son leves, pero pueden llegar a ser muy graves en función del sujeto alérgico. En este caso, excluir el alimento de la dieta es indispensable.
¿Qué relación existe entre el desequilibrio de la microbiota intestinal y las reacciones alérgicas?
Los desequilibrios de la microbiota intestinal, también llamados «disbiosis», se han implicado en la disfunción (mal funcionamiento del sistema inmune) asociada a las alergias. Estas disfunciones tendrían relación con modificaciones de la implantación de las bacterias intestinales en la primera infancia, fase crucial implicada en el desarrollo del sistema inmunitario.
Por ejemplo, se han observado diferencias en la composición de la microbiota intestinal entre los niños que viven en países que presentan incidencias bajas frente a elevadas de enfermedades alérgicas, así como entre niños de un mismo país pero que presentan o no signos de alergia. En especial, se ha demostrado que la microbiota intestinal de los niños atópicos es menos rica en Bifidobacterium que la de los sujetos de control no alérgicos. También se ha señalado la implicación de la microbiota intestinal en varios estudios de observación, que han puesto en evidencia una relación entre un aumento del riesgo de dermatitis atópica, rinitis alérgica y asma, y la utilización de antibióticos a temprana edad.
Esta relación intensa entre microbiota intestinal y alergia sugiere que una modulación de la microbiota intestinal, con un aporte específico de probióticos, podría contribuir a prevenir las alergias.
¿Cómo luchar contra las alergias?
Frente a las alergias, deben ponerse en marcha numerosas acciones. Para tratar las alergias respiratorias, en especial, son posibles tres modos de acción:
- La exclusión alergénica consiste en reducir el riesgo de contacto con los alergenos, sobre todo adaptando el entorno de vida (arreglos interiores, compra de mobiliario adecuado, alejamiento de los animales, etc.).
- Los tratamientos sintomáticos pretenden suavizar los signos de la reacción alérgica, para combatir mejor la crisis, como es el uso de antihistamínicos.
- Finalmente, la inmunoterapia alergénica, que son las autovacunas.
El papel de los nutrientes y de la alimentación sobre las alergias también se estudia cada vez más. El objetivo es reforzar la inmunidad para luchar mejor contra la alergia, en especial influyendo sobre la composición de la microbiota intestinal.
Los probióticos participan en el restablecimiento de las propiedades y el equilibrio de la microbiota intestinal.
En un metanálisis publicado en 2010 que reúne 7 estudios clínicos realizados en pacientes con una rinitis alérgica, los autores observaron una mejora de la calidad de vida y una disminución del número de rinitis al año en el grupo de los probióticos comparativamente al grupo placebo.
Cada cepa probiótica posee efectos que le son propios, en especial en lo referente a su capacidad de inducir y mantener la tolerancia a los alergenos. Por eso, es importante seleccionar una mezcla de cepas probióticas sobre la base de sus propiedades específicas.
La toma de probióticos de la mujer embarazada (y por el bébé lactante) influye positivamente sobre el desarrollo de la microbiota intestinal y limita el riesgo de alergia, en especial si la madre tiene antecedentes alérgicos o si el niño nace por cesárea.
RESUMIENDO
- La alergia se traduce por síntomas diversos: nariz tapada, párpados hinchados, lagrimeo, dificultad para respirar, erupción cutánea, picor…
- El papel de las bacterias de la microbiota intestinal en la prevención de las alergias constituye una nueva pista de investigación muy interesante.
- Para que la alergia se desencadene, son necesarias dos condiciones: una predisposición genética en el individuo y una exposición a la sustancia alergénica.
- El mecanismo de defensa de la alergia se desencadena en dos fases: la sensibilización y la reacción.
- Identificar una alergia desde los primeros síntomas permite enfrentarse mejor a ella y evitar un empeoramiento de los síntomas en caso de ausencia de tratamiento.
- Existen diferentes tipos de alergias: alergia respiratoria, alergia cutánea y alergia alimentaria.
- Los desequilibrios de la microbiota intestinal, también llamados «disbiosis», se han implicado en la disfunción asociada a las alergias. Estas disfunciones tendrían relación con modificaciones de la implantación de las bacterias intestinales en la primera infancia, fase crucial implicada en el desarrollo del sistema inmunitario.
- La toma de probióticos por la mujer embarazada (y por el lactante después del nacimiento) influye positivamente sobre el desarrollo de la microbiota intestinal y limita el riesgo de alergia, en especial si la madre tiene antecedentes alérgicos o si el niño nace por cesárea.
FUENTE: www.pileje.es/revista-salud/microbiota-intestinal-prevencion-alergias