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Protección solar infantil

 
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Los niños se encuentran más desprotegidos que los adultos frente a los efectos nocivos del sol porque no son conscientes de este riesgo. Por ello, es nuestra responsabilidad como padres y abuelos protegerlos adecuadamente e inculcarles buenos hábitos para el futuro.

 

La piel de los niños es más sensible al sol ...


La piel de los adultos presenta mecanismos propios de defensa contra las agresiones externas, como el frío, el calor, la polución, los productos químicos, los microorganismos o las radiaciones solares. Sin embargo, la piel de los niños, tanto en el momento del nacimiento como en las fases tempranas de crecimiento, todavía no ha completado su desarrollo, debido a que:

- Presenta una elevada perfusión sanguínea y un estrato córneo, la capa más externa de la piel, más fino, menos compacto y más hidratado, así como una menor actividad de las glándulas sudoríparas y sebáceas que intervienen en la regulación de la temperatura corporal, una función que está poco desarrollada a esta edad.

- Posee mayor superficie cutánea relativa, es decir, que la superficie de piel es mayor en relación con su peso corporal, y esto facilita la absorción de las sustancias a través de la piel.

- Su capacidad de sintetizar melanina, los pigmentos que nos protegen de las radiaciones solares, está menos desarrollada que la nuestra como adultos.

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Este estado particular de la piel hace a los bebés y niños más susceptibles de sufrir efectos nocivos tras la exposición solar prolongada, como pueden ser eritema, enrojecimiento, pigmentación inmediata, pigmentación retardada, quemaduras solares (aumentando la probabilidad de sufrir un melanoma en ela edad adulta) y otros perjuicios, como insolaciones.

 

  “La piel tiene memoria” tenemos que saber que los daños producidos por el sol son acumulativos e irreversibles, es decir, que pueden aparecer muchos años después, como ocurre con las manchas. 

 

No tenemos que olvidar que es durante la infancia cuando debemos inculcar en los niños los efectos nocivos que puede producir el sol en la salud, así como los hábitos saludables y adecuados para protegerse de ellos.


 

Cómo proteger la piel de los niños ante el sol


Por el tipo de actividad que realizan al aire libre, los niños pueden recibir hasta el triple de radiación que los adultos. Por eso, la mejor manera de proteger su piel es evitar o reducir el tiempo de exposición solar, sobre todo con los bebés. 

Recomendaciones imprescindibles para una correcta fotoprotección infantil:

Si los niños tienen menos de un año, nunca debemos exponerlos de forma directa a las radiaciones solares.

  • Hasta los 3 años limitar la exposición solar. Cómo: evitando las actividades al aire libre en las horas centrales del día, estar en lugares sombreados, cubrir la mayor parte del cuerpo del niño con ropa adecuada que proteja de la radiación solar y usar gorra o sombrero y gafas de sol homologadas.
  • Desde los 3 años realizar una exposición solar adecuada, pero siempre de manera responsable y teniendo en cuenta las medidas habituales que también debemos seguir los adultos.

 

              Durante la exposición al sol y a cualquier edad, hemos de asegurarnos de una correcta hidratación de los bebés y niños, a través de la ingesta abundante de líquidos, en forma de agua o frutas. 


Qué debes tener en cuenta al adquirir el fotoprotector infantil


Existen tres factores fundamentales a la hora de elegir el fotoprotector para nuestros pequeños:

1. Los fotoprotectores contienen filtros que evitan que la radiación solar pueda producir daños en nuestra piel. Estos filtros pueden ser de tres tipos:

\- Filtros físicos: son una barrera física que refleja la radiación solar cuando esta llega a la piel. Ejemplo: el dióxido de titanio o el óxido de zinc. Los productos que contienen este tipo de filtros presentan una textura más densa o espesa y, al extenderlos en la piel, suelen dejar una capa blanca, ya que es así como actúan, como pantalla.


- Filtros químicos: son sustancias que absorben la radiación y transforman la energía lumínica (luz) en energía térmica (calor).


- Filtros mixtos: cuando se combinan filtros físicos y químicos.


A la hora de escoger un fotoprotector infantil para menores de 3 años, es preferible optar por filtros físicos antes que químicos, porque los filtros físicos no son absorbidos por la piel, algo especialmente importante en el caso de la de los niños, que como hemos dicho, tiene un mayor potencial de absorción.

 

2. El tipo de radiación frente a la que protegen: es importantísimo que nuestro fotoprotector proteja de la radiación ultravioleta A y B (UVA y UVB), y de la infrarroja A (IR-A). Esta característica debe quedar clara en el etiquetado o podemos confirmarlo con nuestro farmacéutico.

Además un fotoprotector infantil o pediátrico debería cumplir:

Índice de protección solar alto: SPF 50+.
Testados pediátricamente.
Mejor, sin perfume: los perfumes son sustancias susceptibles de provocar alergias y, por lo tanto, es mejor evitarlos en los niños.
Libres de alcohol: si es posible, mejor que no contengan alcohol en su formulación, para evitar posibles efectos negativos.
Texturas en crema o loción: en ellas, el porcentaje de alcohol suele ser menor que en los esprays.
Dados los constantes juegos en el agua y fuera de ella de los más pequeños, es necesario que el fotoprotector sea resistente al agua, al sudor y a los roces.    \
Dentro de los tratamientos resistentes al agua, se distinguen dos variedades: water resistant quiere decir que la eficacia del producto perdura 40 minutos tras entrar en contacto con el agua; y waterproof, que esta eficacia se mantiene hasta 80 minutos tras el contacto con el agua. 

3. El fototipo: el tipo de piel del niño. Es decir, cómo responde la piel a la acción de los rayos del sol. No es lo mismo elegir un fotoprotector para un niño con tez muy clara y cabello rubio, que para uno de cabello oscuro y cuya piel se broncea con facilidad.

 

Cómo y cuándo usar el fotoprotector infantil

Una vez elegido el producto más adecuado para nuestros niños, hay que conocer bien las pautas para aplicarlo de la mejor manera posible:

- No debemos emplear fotoprotectores con bebés menores de seis meses.
- A partir de los 6 meses y hasta los 3 años de edad, debemos escoger aquellos productos que estén especialmente formulados y testados para estas edades, es decir, usaremos fotoprotectores pediátricos.
- Hay que aplicar la crema de forma generosa y solo en las zonas corporales expuestas al sol. No olvidemos los pies, las orejas o el cuero cabelludo si el bebé tiene poco pelo.
- La aplicación debe realizarse 30 minutos antes de la exposición solar y repetirse cada 2 horas y después del baño.
- Es importante tener en cuenta que en las zonas de playa la radiación del sol se refleja en el agua y en la arena, por lo que debemos usar fotoprotector incluso cuando estemos resguardados en la sombra.

 

La fotoprotección no es solo para la playa y el verano. También es importante aplicar cuando simplemente salimos de paseo o al parque, y en cualquier estación del año.

 

 

Consejos para protegerla piel del bebé al sol

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1. Nunca antes de cumplir 1 año. Antes del año de edad, la mejor forma de proteger a los bebés es no exponerlos nunca directamente al sol.

2. Evita que le dé el sol en las horas centrales del día. Los rayos solares son más fuertes y perjudiciales entre las 12 de la mañana y las 4 de la tarde, por lo que, especialmente un recién nacido, pero también un niño de hasta 3 años, no debería permanecer al sol en esta franja horaria bajo ningún concepto.

3. Cubre la mayor parte de su cuerpo con ropa adecuada. En el caso de bebés y niños pequeños, usar gorra, gafas de sol, pantalones y camiseta es imprescindible. Las gafas de sol deben ser adecuadas, nunca juguetes.

4. Elige un fotoprotector específico para bebés y niños pequeños. A partir de los seis meses, podemos aplicar a los niños fotoprotectores, pero teniendo en cuenta que estén especialmente formulados para ellos: que estén testados pediátricamente, cuenten con un SPF superior a 50, protejan adecuadamente de las radiaciones UVA, UVB e IRA, tengan en cuenta el tipo de piel y, a poder ser, que contengan filtros físicos en lugar de químicos. Aplícalos cada dos horas y después de cada baño. También es recomendable elegir uno que sea resistente al agua.

5. Vigila los posibles efectos del sol en tu bebé. De este modo, podrás detectar a tiempo las señales de impacto solar: signos de nerviosismo, enrojecimiento de la piel, pigmentación, no apliques colonias ni otros cosméticos sobre la piel del niño, debido a la posibilidad de inducir reacciones perjudiciales con la exposición al sol. Y consulta con tu médico o farmacéutico si el niño está tomando medicamentos porque algunos pueden producir fotosensibilidad.

6. Mantén a tu hijo hidratado. Asegúrate de que toma todo el líquido que necesita para hacer frente al sol y a las altas temperaturas. Recuerda que su piel no tiene a esta edad la misma eficacia para regular el control de la temperatura corporal. Las frutas son muy recomendables, por su gran cantidad de agua.

7. Elige zonas donde haya sombras o créalas. Arboledas, toldos, sombrillas… Cualquier elemento que proyecte sombra servirá para proteger a tu bebé del sol, aunque recuerda usar el fotoprotector también bajo la sombra, pues el agua y la arena reflejan los rayos de sol.

8. No bajes la guardia después del verano. El sol es peligroso durante todo el año, por lo que debes seguir protegiendo a tus hijos también fuera del periodo estival o en días nublados. Además, algunos tipos de nubosidad aumentan la peligrosidad del sol, al igual que la altitud.

9. Predica con el ejemplo. Trata de concienciar a tus pequeños de los riesgos que entrañan las radiaciones dando ejemplo. Esto es más importante que nunca con niños a partir de los 12 años, quienes son más autónomos y es una edad en la que la responsabilidad de la fotoprotección comienza a recaer sobre ellos mismos. Si han visto a los adultos de su entorno exponerse al sol de manera responsable es más probable que hayan adquirido esos hábitos y los sigan aplicando por su cuenta.


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